Cuando diseñamos cervezas, usamos la densidad inicial y final como variables para proyectar su grado de alcohol, pero muchas veces no tenemos en cuenta la importancia de la densidad final y su impacto en el cuerpo y sabor de la cerveza.
La densidad final se puede controlar con los tipos de granos que van a usarse en la receta, el proceso de maceración, y el tipo de levadura a usar.